Un sábado de Febrero con Fede y Nico madrugamos para subir a un tren y dejarnos llevar hacia la estación más lejana posible; la de 25 de Agosto.
Durante el viaje observamos qué sucedía y qué sucedió tiempo atrás en ese tren. Las butacas rayadas, las ventanas manchadas, el alambre herrumbrado que separa la mirada del paisaje y las puertas que no cierran contaron la historia de un gigante de lata que supo brillar. Brilló por fuera pero por dentro siempre fue el mismo, porque el tren es el puente entre personas que están afuera y otras que están adentro. Que dialogan entre pueblos lentos y ciudades atrevidas.
Llegamos a 25 de Agosto en busca de hospedaje y no lo obtuvimos. Ni aquel día, ni hoy, ni mañana habría lugar para nosotros. El pueblo nos expulsó.
Cámara, Edición Y Post
Montevideo, 25 de Agosto, Santa Lucía
Peter Nanasi
agosto 25, 2014